Separados del mundo

Separados del mundo


Éxodo 10:8-11, 21-26; 12:6-11, 37-42; 2 Corintios 6:17-18.


La Biblia enseña mucho acerca de nuestra separación del mundo. Por ejemplo: “Egipto, Ur de los caldeos, Babilonia y Sodoma”, tipifican al mundo y sus diferentes aspectos. Egipto representa el gozo del mundo; Ur de los caldeos las religiones; La Torre de Babel la confusión; y Sodoma los pecados del mundo. Debemos salir de Egipto y de Ur de los caldeos, como lo hizo Abraham. Lot se fue a Sodoma, y el pueblo de Israel estuvo cautivo en Babilonia. También debemos salir de allí. La biblia usa estos cuatro lugares para representar al mundo e indicar como el pueblo de Dios sale de estos distintos aspectos del mundo. Exodo de Egipto: Dios salvo a los israelitas mediante el cordero de la pascua. Cuando el mensajero de Dios salió a dar muerte a todo primogénito de la tierra, el ángel de la muerte paso de largo ante las puertas que tenían la sangre. En la casa cuya puerta no hubiera sangre, moriría el primogénito. Esto no tenía nada que ver con si la puerta era buena o mala, ni si el dintel y los postes eran especiales, ni si era una buena familia la que vivía en esa casa, ni si el primogénito honraba a sus padres. Lo único que contaba era que estuviera allí.


Perecer o no perecer no depende del nivel social de la familia, ni del comportamiento de uno, sino de la “sangre”, es el factor básico. Por gracia somos salvos, y redimidos por la sangre de Cristo. Así que, tan pronto que la sangre nos redime, debemos ponernos en movimiento y salir. Lo primero que la redención efectúa es la separación, lo cual significa partida o salida. Dios jamás redime a una persona para que siga viviendo en el mundo. Todo el que haya nacido de nuevo, es decir, sea salvo, debe tomar su bastón y salir. Tan pronto como el ángel de la destrucción haya separado al que es salvo del que perece, el salvo tiene que empacar y salir de Egipto. Nadie se apoya en un bastón cuando esta acostado, porque el bastón se usa para caminar. Todos los redimidos por la sangre, ya sean ancianos o jóvenes, deben tomar su bastón y salir. Porque tan pronto esto sucede nos convertimos en extranjeros y peregrinos en esta tierra. Así que debemos salir de Egipto y separarnos del mundo, inmediatamente, no debemos continuar viviendo allí nunca más.


En la historia de Lázaro y el rico ¿quién desea ser el rico o Lázaro?, el rico disfruta en esta era, pero sufrirá en la próxima; mientras que Lázaro sufre hoy, pero disfrutará en la era venidera, alguien dirá- mientras yo este vivo, quiero ser el rico, pero cuando muera, quiero ser Lázaro- muchos quisieran ser así, cuando necesitan la salvación, confían en la sangre, pero después de que son salvos por la sangre, se establecen firmemente en Egipto, esperando ilusoriamente obtener el beneficio de las dos partes. La redención que la sangre efectúa nos salva del mundo. Cuando la sangre nos redime, nos volvemos extranjeros y peregrinos en la tierra. Lo cual quiere decir que ya no viviremos más en este mundo material, sino que somos separados de este. La sangre separa a los vivos de los muertos y a los hijos de Dios de la gente del mundo. No deberíamos permanecer más en el mundo, cuando recibimos la redención. Si tú intentas servir a Dios en el mundo, terminarás siendo esclavo de satanás, produciendo ladrillos para este; él no te soltará, y si lo hace, no te dejará ir muy lejos; satanás conoce muy bien Mateo 6:21 “Porque donde este tu tesoro, allí estará también tu corazón”, y sabe que el tesoro y la persona están ligados. Desde el momento que una persona es salva, debe irse al desierto y llevar consigo a los suyos y sus tesoros, si no hace esto, regresará a Egipto, a la esclavitud, y no podrá irse, tal vez nunca.


Dios manda que quienes le sirvan deben separarse del mundo. Confesar con nuestra boca. “Creo en el Señor Jesucristo”; no es suficiente, necesitamos salir del mundo. Nos encontramos en un mundo físico, el mundo es un lugar y un sistema. Hay muchos aspectos del mundo físico que despiertan la concupiscencia de los ojos, la lujuria de la carne y la vanagloria de la vida, y es el lugar donde el cuerpo reside, esto es Egipto. Aunque estemos viviendo en el mundo físico, para nosotros se convierte en un desierto, alguien dijo que: El mundo es un peregrinaje y cuando morimos es una tumba. Mientras vivimos transitamos por el mundo, cuando morimos el mundo se vuelve una tumba, a los ojos del mundo el creyente está en un desierto, en un peregrinaje, y esa es la verdad. Cuando compramos un artículo determinado, lo llevamos con nosotros para poseerlo, no lo dejamos para que el vendedor lo use. Así en ql momento que somos comprados por la sangre del Señor Jesús, debemos salir hacia la tierra prometida. Los que no han sido comprados, se quedan atrás, pero los que son comprados deben salir del mundo y se que no hay nada mas vergonzoso para un creyente que ser corregido por un incrédulo.


Alejémonos de todo lo que el mundo considera impropio o indigno. Todo lo que no sea compatible con el Señor, debe ser eliminado de nuestras vidas. Puesto que el Señor fue humillado, acusado de estar poseído por demonios y fue crucificado como un ladrón, nosotros de igual manera, no debemos esperar ninguna gloria de los hombres, o que nos reciban con gozo o algún elogio. Si el mundo trató a nuestro Señor de tal modo, no podemos esperar que seamos tratados de mejor manera. Todo lo que el Señor padeció en la tierra, de alguna manera lo tendremos que padecer nosotros. Antes de seguir adelante con nuestro Señor, El nos dice claramente que “Debemos tomar la cruz”. Nuestra relación con el mundo debe ser la misma que el Señor tiene con este, no podemos tomar otro camino. “El es el camino”, no hay otro.


En Gálatas 6:14, nos muestra que la cruz está ubicada entre el mundo y el Señor. En un extremo está El y en el otro está el mundo. La cruz se interpone entre los dos. Nosotros y el mundo estamos en lados opuestos, el mundo crucificó al Señor, y como nosotros estamos del lado de El, para ir al mundo primero tenemos que pasar por la cruz, no hay manera de rodear la cruz, porque esta es un hecho y no podremos anular este hecho, ni la historia del mismo. Por lo tanto podemos decir: Mundo desde este punto de vista, yo estoy crucificado, y desde mi punto de vista tu estas crucificado. Es imposible que estos dos lados se comuniquen, el mundo no puede venir acá y nosotros no podemos ir allá, la cruz es un hecho y por lo tanto no podemos lograr que el mundo este de nuestra parte. Nuestro Señor murió y no hay ninguna posibilidad de reconciliación con el mundo. “Me glorío en la cruz”.


El mundo está crucificado y para el mundo nosotros estamos crucificados. Los cristianos estamos a un lado de la cruz, mientras que el mundo esta al otro lado; y cuando queremos ver el mundo, solo vemos la cruz, la cruz nos estorba para ver el mundo, solo quitando la cruz podríamos ver el mundo. ¿Nos podemos atrever a quitarla de nuestra vista? “Todo aquello que apague nuestra vida espiritual es del mundo.”. El mundo elimina nuestro deseo de orar, nos roba el interés de leer la biblia, y nos impide testificar y proclamar nuestra fe delante del mundo. Todo lo que nos impide confesar a nuestro Señor Jesús, y que creemos en El, es parte del mundo. El mundo reprime nuestra inclinación espiritual. Muchas cosas parecen buenas y podríamos decir –Esto no es mundano ¿porqué se dice que es pecado?–Después de participar en tales cosas nos sentimos vacíos y no somos un buen testimonio para los demás. Todo lo que nos haga “esconder nuestra lámpara debajo del almud”, es parte del mundo. Muchas actividades y contactos con el mundo, nos obligan a esconder nuestra luz y por estar envueltos en todo ello, no podremos erguirnos y testificar de nuestro Señor. Muchas cosas y actividades nos absorben por el mundo. Cuando tomamos nuestra postura, nuestra posición como cristianos, debemos conservarla aunque seamos criticados. debemos cuidar nuestra forma de conducirnos, si no podemos mantener esta norma, es bueno que reflexionemos al respecto.


El Salmo 1 nos dice que: “No debemos andar en camino de pecadores”. El pecado y el escarnio son contagiosos y podemos terminar igual que ellos, debemos huir de ellos como se huye de un virus contagioso. No debemos ser tropiezo para los débiles. Si hay alguien que nos ve como testimonio y se da cuenta que vamos por un camino equivocado, finalmente lo haremos tropezar. “Todas las cosas me son licitas, mas no todas son provechosas” (1 Corintios 6:12). Tal vez nosotros sabemos hasta donde podemos llegar, pero aquellos débiles que nos ven o nos siguen, no lo saben, y podemos ser causa de su tropiezo.


2 Corintios 6:17-18 dice: “Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor y no toquéis lo inmundo; y Yo os recibiré, y seré para vosotros por Padre y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.” Para que haya ganancia debe haber perdida, el ciego conoció al Señor cuando fue expulsado de la sinagoga (Juan 9:35). No hay ninguna posibilidad de conocer al Señor en la sinagoga, pero una vez que nos expulsan, vemos la bendición del Señor. Como creyentes, debemos salir del mundo. Entonces, y solo entonces gustaremos la dulzura y la bondad del Señor…Amén.