La petición de un rey

La petición de un rey


1ª de Samuel 8:10–16


Introducción.


Jehová Dios había sido Rey de Israel y había cuidado a la nación desde sus inicios; pero ahora los ancianos de la nación querían un rey para que los dirigiera. Su petición la motivaron varios factores:


Los hijos de Samuel no eran piadosos y los ancianos temían que cuando Samuel muriera llevarían a la nación a descarriarse;


La nación tuvo una serie de líderes temporales durante el período de los jueces y los ancianos querían un gobernante más permanente; y


Israel quería ser como las otras naciones y tener un rey a quien honrar. Las poderosas naciones alrededor de Israel eran una amenaza constante y los ancianos sentían que un rey les daría más seguridad.


1. La reacción de Samuel al pedido muestra que comprendió por completo su incredulidad y rebelión; que estaban rechazando a Jehová. Al escoger a Saúl la nación rechazó al Padre; mucho después, al escoger a Barrabás, rechazaron al Hijo; y cuando escogieron a sus líderes en lugar del testimonio de los apóstoles, rechazaron al Espíritu Santo (Hechos 7:51).


Hechos de los Apóstoles 7:51 “¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros.”


2. Aquí tenemos una ilustración de la voluntad permisiva de Dios: Les concedió su petición, pero les advirtió lo que les costaría. Véase en Deuteronomio 17:14–20 la profecía de Moisés en cuanto a este suceso. ¡La nación escuchó a Samuel y luego de todas maneras pidieron rey! Querían ser como las demás naciones, aun cuando Dios los llamó a que fueran un pueblo separado de las naciones.


Deuteronomio 17:14-20 “Cuando hayas entrado en la tierra que Jehová tu Dios te da, y tomes posesión de ella y la habites, y digas: Pondré un rey sobre mí, como todas las naciones que están en mis alrededores; 15 ciertamente pondrás por rey sobre ti al que Jehová tu Dios escogiere; de entre tus hermanos pondrás rey sobre ti; no podrás poner sobre ti a hombre extranjero, que no sea tu hermano. 16 Pero él no aumentará para sí caballos, ni hará volver al pueblo a Egipto con el fin de aumentar caballos; porque Jehová os ha dicho: No volváis nunca por este camino. 17 Ni tomará para sí muchas mujeres, para que su corazón no se desvíe; ni plata ni oro amontonará para sí en abundancia. 18 Y cuando se siente sobre el trono de su reino, entonces escribirá para sí en un libro una copia de esta ley, del original que está al cuidado de los sacerdotes levitas; 19 y lo tendrá consigo, y leerá en él todos los días de su vida, para que aprenda a temer a Jehová su Dios, para guardar todas las palabras de esta ley y estos estatutos, para ponerlos por obra; 20 para que no se eleve su corazón sobre sus hermanos, ni se aparte del mandamiento a diestra ni a siniestra; a fin de que prolongue sus días en su reino, él y sus hijos, en medio de Israel.”


3. El capítulo 9 explica cómo Saúl fue traído a Samuel y ungido en privado para ser rey. Nótese su humildad en 9:21 y también en 10:22 cuando vaciló para ponerse ante el pueblo.


4. Dios le dio a Saúl tres señales especiales para confirmarle (10:1–7). Samuel también instruyó a Saúl para que se quedara en Gilgal y esperara su regreso (10:8). El versículo 8 debería traducirse: «Cuando vayas antes que yo a Gilgal»; o sea, en alguna fecha futura cuando Saúl tuviera el ejército listo para la batalla. Este suceso ocurrió varios años más tarde; véase el capítulo 13.


Conclusión.


Saúl tenía todo a su favor:




  • un cuerpo fuerte, 10:23;



  • una mente humilde, 9:21;



  • un nuevo corazón, 10:9;



  • poder espiritual, 10:10;



  • amigos leales, 10:26; 


y, sobre todo, la dirección y oraciones de Samuel. Sin embargo, a pesar de estas ventajas, fracasó miserablemente. ¿Por qué? Porque no le permitió a Dios ser el Señor de su vida.