La importancia de la música

La importancia de la música


1 Samuel 16:14-23


El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová.


Y los criados de Saúl le dijeron: He aquí ahora, un espíritu malo de parte de Dios te atormenta.


Diga, pues, nuestro señor a tus siervos que están delante de ti, que busquen a alguno que sepa tocar el arpa, para que cuando esté sobre ti el espíritu malo de parte de Dios, él toque con su mano, y tengas alivio.


Y Saúl respondió a sus criados: Buscadme, pues, ahora alguno que toque bien, y traédmelo.


Entonces uno de los criados respondió diciendo: He aquí yo he visto a un hijo de Isaí de Belén, que sabe tocar, y es valiente y vigoroso y hombre de guerra, prudente en sus palabras, y hermoso, y Jehová está con él.


Y Saúl envió mensajeros a Isaí, diciendo: Envíame a David tu hijo, el que está con las ovejas.


Y tomó Isaí un asno cargado de pan, un vasija de vino y un cabrito, y lo envió a Saúl por medio de David su hijo.


Y viniendo David a Saúl, estuvo delante de él; y él le amó mucho, y le hizo su paje de armas. Y Saúl envió a decir a Isaí: Yo te ruego que esté David conmigo, pues ha hallado gracia en mis ojos.


Y cuando el espíritu malo de parte de Dios venía sobre Saúl, David tomaba el arpa y tocaba con su mano; y Saúl tenía alivio y estaba mejor, y el espíritu malo se apartaba de él.


INTRODUCCIÓN


Siempre tratamos de encontrar aquellas cosas que puedan dañar al rebaño. Dios, Su Palabra, Sus siervos, buscarán aquellas cosas que puedan ayudar a enderezar cada día más nuestras vidas. A veces, ustedes pensarán: (déjenme hablar algo de mi propio corazón como persona) “¿Cómo el pastor puede predicar cosas así, que en un momento dado parecen ser atinadas; en otro momento parecen ser un poco duras a los corazones?”


Mi corazón se entristece por la reacción que muchas veces mis propias predicaciones causan; la mayoría de las veces, mi corazón se alegra. Y aunque sé que la Palabra de Dios lastima, no me arrepiento, porque la Palabra de Dios es fuerte; es dura.


Yo sé que muchas veces el azote duele, y sería tal vez, conveniente, humanamente hablando, no lastimar tan duro a las ovejas, pero ustedes y yo sabemos que necesitamos un fuerte empujón para hacer lo correcto muchas veces. No somos muy dóciles. No porque tengamos un corazón duro, sino porque tenemos un grande peso de influencia detrás de nosotros que nos empuja constantemente al mal.


Y cuando veo mi pueblo que Dios me ha dado, la congregación; veo mi familia, mis familiares, veo mi propia persona; tratamos de encontrar cuáles son aquellas cosas que pueden estar minando la vida espiritual; afectando la vida espiritual.


Hay hermanos fervientes en espíritu, sirviéndole al Señor. Salen a testificar, a ganar almas para Cristo, cantan con todo su corazón; pero de pronto, los miramos -si me permiten la expresión-: “alicaídos”, raros, con un semblante de tristeza. En otros casos, con actitudes rebeldes, en otros casos con ausencia entre nosotros. Y digo yo: “¿Qué será lo que está robando de esas hermanas, de esos hermanos, de esas ovejas; qué es lo que está robando el gozo del Señor? ¿Qué es lo que roba de mí la disposición, la entrega, el ánimo, el entusiasmo? ¡¿Qué es lo que nos roba muchas veces la sincera fidelidad al Señor Jesucristo?!” Y hermano, créame, es triste mirar cómo muchos hermanos se desaniman; ora unos, ora otros; y queremos correr y animar a uno, y a veces lo logramos, a veces no. A veces estamos terminando con uno, y hay que correr a animar al otro, y al otro, y al otro; y a veces son tantos que decimos: “Señor es tu obra, ¡Hazla Tú; yo no puedo!”


Yo no estoy preparándoles aquí…, yo sé que ustedes estarán diciendo: “Van a venir duras las pedradas.” ¡No, no! Sencillamente que esta semana yo me sentí muy mal porque hermanos fueron dolidos por la predicación; y no me arrepiento de haber predicado, y si es menester lo voy a predicar toda mi vida.


Pero yo quiero hablarles de algo que puede estarles robando de sus vidas la bendición. Un elemento muy importante. Usted no se va a imaginar de lo que yo estoy hablando. Un elemento que le puede a usted estar robando la disposición de su corazón, el fervor, el amor de Dios, la compasión por las almas perdidas. Algo que se pudo haber metido a su vida y usted no se ha dado cuenta, y por ignorancia usted le está faltando a Dios. Algo que roba a nuestras vidas la devoción, la sinceridad, la fidelidad, hermanos.


Quiero hablar de la importancia de la música. No precisamente en la iglesia. Nosotros tenemos buena música en la iglesia, así lo creemos, y nos esforzamos por hacerlo mejor cada día. Sino la importancia de la música en nuestras vidas, en nuestras personas.


Hemos estado hablando de cosas importantes. Todo lo que de la Palabra de Dios se dirá es importante, pero hemos estado hablando de temas como: “Lo Más Importante”, ¿Se acuerdan? Luego dijimos: “La Familia, es lo Más Importante” ¿Se acuerdan? Hace dos o tres domingos, o algo así. Y aprovechando ese rumbo, esa línea, yo quisiera decirle a usted: “¡La música es muy importante!” Ese magnífico elemento que Dios nos ha dado. ¡Ese precioso instrumento que Dios ha creado, que nos ha dado para su uso, la música!


Es el tema que nos va a ocupar en los siguientes minutos. Será imposible decir todo lo que la Biblia dice acerca de la música. Hablaré generalmente. Hablaré de generalidades para tratar de llegar a un punto en el cual su vida puede estar siendo afectada. Yo no puedo lograr de todos ustedes unos músicos; yo mismo no lo soy. Estoy muy lejos de llegar a ser. Lo único que yo conozco, hermanos, son las Escrituras; yo conozco la Biblia, y conozco mi congregación. Y sé que muchos de ustedes, empezando tal vez conmigo, somos afectados por ignorancia, o por desidia, o por falta de información, o por rebelión, o por lo que sea; en este terreno tan importante.


Dios y la Música


Dios Creo la Música


¿Sabía usted que Dios creó la música? No la crearon los Beatles. No la creó el diablo. No la creó el hombre. Dios creó la música. Desde tiempos muy remotos encontramos la música relatada en las Escrituras.


Génesis 4:21 dice:


Y el hombre de su hermano fue Jubal, el cual fue padre de todos los que tocan arpa y flauta.


Estamos en Génesis capítulo cuatro. Estamos hablando de cuando Caín mató a Abel. Estamos hablando de los mismos inicios de la creación de Dios al hombre. ¡Y unas de las cosas primeras que Dios le dio al hombre fue el sentir, el conocimiento, el uso de la música!


Allá tenemos a un hombre que se llamaba Jubal que era padre de todos los que tocaban flauta y arpa.


A través de todas las Escrituras vamos a encontrar a un Dios tremendamente enamorado de la música. ¡Hasta podemos decir que Dios es músico, fíjese! En el cielo habrá coros celestiales. En el cielo se escuchan antemas celestiales.


La Música ha sido Parte Integral en la Vida del Hombre.


Cuando sucede algo importante en la tierra es acompañado de ángeles que denotan coros. Dios es el Creador de la música. De ahí tan completa y tan perfecta, tan elaborada y tan compleja la música. Todos los humanos traemos la música por dentro. Los niños escuchan una musiquita y se mueven. Los padres queremos compartir algo con el niño y le cantamos. Les inventamos nuestra propia cancioncita a los niños, ¿No? Alguna cosa que queremos dar en forma expresiva la decimos cantando, ¿Verdad que sí? ¿Se ha puesto usted a pensar la importancia de la música?


Ahora, hay quiénes cantan muy bien, hay quiénes no cantamos bien. Pero eso no deja de lado que en nosotros no haya un sentir, un gusto, una respuesta, una capacidad de respuesta por la música. Este mundo se ha vuelto loco en derredor de la música, porque el hombre responde a las notas musicales; para bien o para mal, pero el hombre responde a la música. Unos más, otros menos, pero todos tenemos identificación con la música.


En el Cielo hay Música.


Dios creó la música. Dice la Biblia en Ezequiel 28:13 que Dios usó la música cuando estaba creando a Luzbel, el que llegó a ser el demonio. Se tocaron instrumentos musicales cuando Dios estaba creando a ese ángel maravilloso, poderoso, hermoso. Y allí la Biblia menciona los instrumentos que se tocaron allá en el cielo. Eso quiere decir que allá en el cielo hay reuniones de coros. Hay congregaciones corales.


Una de las cosas que será insoportable presenciar, a no ser que tengamos un cuerpo transformado, será un coro angelical. ¿No? ¿Usted se puede imaginar en una reunión repleta de santos donde un coro celestial, angelical está entonando alabanzas al Señor? ¿Usted se puede imaginar eso? Una de las cosas gloriosas del cielo será la música, y Dios se agrada con la música.


La Música y el Pueblo de Dios.


En todo el tiempo, el pueblo de Dios ha cantado; ha tocado instrumentos. Todo el tiempo. Dios capacitó a los hombres para entonar y para interpretar y para crear los instrumentos, e interpretarlos. En todas las épocas. Allá en el tiempo de Caín y Abel ya había quiénes habían inventado el arpa, y por lo menos la flauta ya la tocaban. ¡Hermann no es el primero que toca la flauta, fíjense qué noticia! Ya la tocaban. Ya Dios le había puesto al hombre ese sentido.


En Efesios 5:19 y en Colosenses 3:16 encontramos estas palabras; Efesios 5:19:


Hablando entre vosotros con Salmos, con himnos y cánticos espirituales; cantando y alabando al Señor en vuestros corazones.


Y Colosenses 3:16 dice:


La Palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor; con Salmos e himnos y cánticos espirituales.


Dos veces se mencionan tres tipos de alabanza: Salmos e himnos y cánticos espirituales. Todo el tiempo, el pueblo de Dios le ha cantado a su Señor. Así que usted no se debe de sentir mal, ni sentirse relegado, ni aislarse cuando la congregación está cantando. Usted debe cantar también. Involucrarse en el canto. Alabar a Dios lo mejor que pueda, porque a Él le agrada la música. La Biblia dice que debíamos de cantar a Dios salmos, e himnos, y cánticos espirituales.


Hay por lo menos, o básicamente tres tipos de alabanza que a Dios le agradan, y la Biblia las regula:


1. Salmos. Los salmos son los himnos que cantaban los hebreos. Nosotros ya no tenemos la música de los salmos; pero todos los salmos eran himnos. Los Salmos era el himnario que usaban los hebreos. ¡Qué tremenda enseñanza doctrinal tenían! ¡Qué tremenda enseñanza de los atributos divinos! ¡Qué tremendas plegarias que tienen los salmos, ¿no le parece?!


2. Y también dice la Biblia que además de salmos (nosotros ya no podemos cantar los salmos, ya no tenemos la música; nada más los leemos, los repetimos, los memorizamos, los aprendemos), pero también dice que debemos cantar al Señor con himnos. Los himnos son aquellas melodías que hablan de las características, de los atributos divinos. Un himno es aquél que, entonado por el pueblo de Dios, exalta alguno o algunos de los atributos de Dios. Dígame uno, por ejemplo:


“¡Cuán Grande es Él!” Dígame otro, “¡Oh, Tu Fidelidad!”, “Santo, Santo, Santo, Señor Omnipotente.” ¿Cuál otro? “Maravillosa Gracia”. Esos son himnos; himnos que exaltan el poder de Dios, la gracia de Dios, los atributos de Dios.


3. Los cánticos espirituales son aquellas alabanzas que hablan del testimonio del creyente. Por ejemplo: “Yo quisiera hablarte del amor de Cristo”, “Me hirió el Pecado, fui a Jesús”, “La Fuente Sin igual Hallé” “Años mi Alma en Vanidad Vivió” ¡Cánticos Espirituales!


No quiero decir aquí que unos eran largos y otros cortos. Que unos estaban en himnarios y otros estaban en la memoria, o en los coritarios. Aquí está diciendo de las diferentes alabanzas que el pueblo de Dios le ha tributado al Señor en todo el tiempo: Salmos, himnos y cánticos espirituales. Y también eso está concretando, y normando, regulando, metiendo en un molde la clase de música que a Dios le gusta. Alabanza, adoración, exaltación a Su Nombre y testimonio personal. Esas son las cosas que a Dios le agradan.


Pero hermanos amados, nosotros hemos fallado mucho en nuestra alabanza al Señor -nosotros los cristianos de todas las iglesias, de todas las épocas- hemos faltado mucho en nuestra alabanza al Señor por ignorancia. El pasaje que nos tiene ocupados en 1 Samuel 16; encontramos unas características muy particulares acerca de la música. Quisiera tener todo el conocimiento necesario para poder predicarles lo que quiero predicarles. Pero me limitaré al escaso conocimiento que yo tengo, en cuanto a la música se refiere.


El Poder de la Música.


En 1 Samuel 16 encontramos a David tocando para Saúl. ¿Qué le había pasado a Saúl? Un espíritu malo venía y lo atormentaba. Lo ponía incómodo, lo ponía celoso, lo ponía irritable, insoportable; y los siervos de Saúl le notaban que Saúl estaba de un genio, ahora sí que del demonio, ¿verdad? Irritable, enojón, grosero, todo lo malo; porque ese espíritu era un espíritu malo que venía y lo cogía. Los siervos de él le dijeron: “¿Por qué no te consigues alguien que sepa tocar el arpa, para cuando esté sobre ti el espíritu malo -permitido por Dios para venir a atormentarte [recuerde usted que Saúl había sido desechado de Dios; y ese espíritu malo había recibido permiso de Dios para atormentar a Saúl]- ese individuo toque con su malo, se aleje de ti; que tengas alivio.” Fíjese que la gente ya sabía las características de la música, el poder de la música; la influencia que la música ejerce sobre las personas. “Consíguete a alguien que toque [dice, je. je] bien. ¡Qué toque bien! ¡Qué afine bien el arpa! Y que toque melodías que estén en perfecto equilibrio.” Y a Saúl le pareció buena la idea, y le dijeron: “Nosotros conocemos a un muchacho vigoroso, valiente, que sabe tocar, es hombre de guerra, además es prudente y es hermoso. Se llama David, el hijo de Isaí.” Y Saúl le manda un recado a Isaí y le dice: “Préstame a tu hijo.” Y dice la Biblia que David llegó y halló gracia delante de Saúl. Él era prudente, cuidadoso en sus palabras; gracia tenía en su presencia. Y no tardó el espíritu malo para llegar con Saúl y empezar a ponerlo irritado, usted puede imaginarse cómo aquél hombre se sentía; tomaba decisiones arrebatadas, no toleraba la presencia de nadie, aventaba las cosas, irritable. Igualito como usted y yo nos ponemos a veces. (Bueno, estoy conjeturando).


Y de pronto, David sabía que ese espíritu había venido sobre Saúl por las actitudes, y se ponía a tocar el arpa. Y dice: “Tomaba el arpa y tocaba con su mano.” ¿Y qué dice?: “Saúl tenía alivio, y estaba mejor, y el espíritu malo se apartaba de él.”


¿Cómo?, hermano, ¿cómo? Con la música. Por la música. Usted dirá: “Bueno, es un caso especial, en el cual…” No, no, no, no. No es un caso especial. Esto nos está hablando del tremendo poder que tiene la música. La música tiene poder para afectar nuestro cuerpo, nuestra alma, o nuestro espíritu; depende de la música. Hay música que todo lo que logra es poner nuestro cuerpo en movimiento, ¿verdad? Hay una música que nos invita al ritmo. Nosotros como mexicanos, pues tenemos el ritmo en la sangre, casi casi como la raza morena. Casi, casi, casi, ¿verdad? Nos gustan las rancheras, nos gusta la marimba, nos gusta el “chun ta ta”, nos gusta esas cosas con las que rápidamente empieza uno a zapatear – y depende también de dónde sea uno: el norteño, el sureño, el que sea – y tenemos más nosotros el énfasis del ritmo. Nos mueve la carne. Hay música que afecta, no solamente al cuerpo, sino al alma, el sentimiento. El alma es el asiento de nuestras emociones, de nuestros sentimientos, de nuestra voluntad. El alma es la oficina de donde salen todos nuestros sentimientos y decisiones.


La música que afecta el alma es aquella música que a veces nos hace llorar. Es aquella música, ¿verdad? – ahora hablando como mundanos – que se usaba para llevar una serenata a las muchachas. ¡Uh…, lloraba aquél! ¡Se ponía romántico el asunto! Un tanto, no tan rítmicas, sino más bien sensuales.


Y la música que afecta al espíritu es aquella música que tiene su énfasis en las palabras, en las doctrinas, sencillamente aquel elemento que nos convoca a buscar a Dios.


Los Elementos de la Música


La música está compuesta de tres elementos principales: Ritmo, armonía y melodía. La melodía enfatiza el espíritu, la armonía al alma, y el ritmo al cuerpo. Y una música que le agrade a Dios será una música que tenga predominantemente melodía. No tanta armonía, y no tanto ritmo, porque el ritmo nos mueve. Nos recuerda de aquellas andadas que nosotros teníamos, y por esa razón, amados hermanos, por esa razón se buscó a un hombre que tocara bien. No le trajeron una batería. ¿Usted cree que si a Saúl le hubieran traído una batería se le hubiera ido el espíritu malo de ahí? Más de malas se ponía ¿Usted cree que si le hubieran traído una guitarra eléctrica de esas con sus ruidos estridentes, hubiera puesto a Saúl de buenas? Si le hubieran traído un banjo (ese instrumento de cuatro cuerdas), ¿usted cree que eso le hubiera traído…? O si lo hubieran puesto a tocar el pandero: “pra ta ta ta ta…, tra ta ta ta ta” ¿usted cree que a Saúl le hubiera ido bien? ¿Qué le trajo? Un instrumento de cuerdas, tocado por un hombre consagrado. Un hombre valiente, valeroso, prudente, sabio, lleno de gracia que tocaba bien; que tenía una perfecta relación y equilibrio entre ritmo, armonía y melodía.


Nosotros, consiente o inconscientemente estamos recibiendo influencia por medio de la música que escuchamos. Quiera o no aceptarlo, usted va a ser la calidad de persona, la calidad de carácter, dependiendo de la clase de música que usted oiga. Usted va a tener la personalidad, dependiendo en gran parte de la clase de música que usted está acostumbrado a escuchar. La Biblia dice que Saúl tenía alivio, y el espíritu malo se apartaba de él cuando David tocaba. Primero tenía alivio, parece que este espíritu atormentaba su cuerpo. También estaba mejor, su alma se relajaba, y el espíritu malo se apartaba de él. Su espíritu recibía bendición; recibía beneficio por la música. Nosotros como cristianos, hermano, debemos tener cuidado con la clase de música que nosotros estamos oyendo. En 1 Tesalonicenses 5:23 dice:


Y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo sea guardado irreprensible


Es decir, cualquier cosa que afecte nuestro cuerpo, nuestra alma y nuestro espíritu debiéramos de prestar atención y mantener cuidado. Y debiéramos nosotros tener cuidado de aquellas cosas que van a alentar nuestra alma, nuestro cuerpo y nuestro espíritu. La música, hermanos, es creada por Dios, usada por Dios, agradable a los oídos de Dios. El creyente tiene que saber, como creyente en Cristo Jesús, que no solamente como humano va a escuchar música, sino como creyente va a escuchar música. Y esa música a la cual va a estar expuesto, debe saber el creyente que le va a afectar, para bien, o para mal.


La Música en las Congregaciones.


Hay una música, hermanos, en la misma congregación, en el mismo pueblo de Dios, que nunca debiera ser usada. En primero, porque quizá está el ritmo demasiado fuerte; en otra porque las palabras invitan a una doctrina equivocada. La otra, no solamente por deficiencia doctrinal, sino porque lejos está del espíritu, sino más bien ensalzar el alma, los sentimientos.


Ustedes saben, hermanos, muchas veces, la mayoría de las veces las congregaciones se deleitan cantando porque les gusta a sus oídos, y cantan prácticamente canciones del mundo con letra cristiana. Nosotros, por ejemplo, no cantamos aquel himno que dice: “Cuán gloriosa será la mañana…” No cantamos eso. ¿Por qué? Porque nos acordamos de aquella que dice: “Que si Adelita se fuera con otro, que si Adelita fuera mi mujer” Imagínese usted a Vicente Fernández o a cualquier otro cantante.


Con una intención ignorante, muchos le han puesto la música de una canción, a un himno, a una letra cristiana, y lo bautizan como himno; pero ¡no es agradable al Señor, porque a Dios se le adora con exclusividad! Dios no le vino a pedir información o consejo al hombre para ver qué clase de música a Él le iba a gustar; Él creó la música para sí mismo. Y le puso al hombre un sentido musical, y orientación musical, y la sabiduría musical para dar gloria a Su nombre; y el diablo, sabiendo eso, la ha querido robar. Y la ha robado, y la ha metido al mundo, y le ha dado un tremendo auge, un tremendo uso a la música en el mundo, que usted ya sabe. Y nosotros los cristianos estamos siendo afectados también. ¡En muy pocas iglesias se canta buena música a Dios! Ya se han quitado los púlpitos para poner una batería, ya se han tolerado panderetas y cosas que lo único que despiertan son los sentimientos carnales, sensuales y rítmicos de la persona.


Yo no tengo nada en contra de los instrumentos. Todo instrumento puede ser usado por Dios, siempre y cuando reúna los requisitos de la música que a Dios le agrada, y definitivamente hay instrumentos que nunca lo van a lograr. Coger un bote y darle de patadas, no va a sacar un solo sonido que le agrade al Señor. Y me refiero a bote, aunque vengan muy sofisticados, porque una batería no es más que un bote con que le dan de patadas, de palos. Y todo lo que tiene es ritmo. Usted ha estado en una orquesta sinfónica, seguramente; y por allá atrás están unos tambores del tamaño del mundo, y unos platillos. Dígame usted, ¿los están tocando todo el tiempo? ¿Quién estaría en un auditorio de una orquesta sinfónica donde todo lo que se oye es un “pum pum pum; pum pun pum pun” ¿Usted cree? Nos volvemos locos. De vez en cuando, el ritmo del tamborazo se oye por allá, y los platillos: “plaaaa…”, ¿verdad?; en su momento, en su lugar, a su nivel. Todo lo demás lo llevan los violines, el chelo, los instrumentos de cuerda, trompetas y todo lo demás. ¿Usted se da cuenta por qué la sinfonía logra la calidad de música que se tiene? Por el equilibrio que la música tiene. Y los creyentes en Cristo Jesús debemos tener cuidado con eso.


La Música en Nuestra Iglesia


Ahora, vamos a llegar a un punto importante. La música en nuestra iglesia. La música en la iglesia debe tener un sentido de adoración. Yo creo que el pueblo de Dios se reúne para oír la Palabra de Dios, para ser edificados en la Palabra de Dios, para contribuir en la salvación de las almas perdidas, y para adorar. El pueblo de Dios debe adorar. Es cierto que debemos adorar a Dios en cualquier parte, pero si no lo hacemos en la iglesia, menos lo van a hacer en cualquier parte. Una de las razones por las cuales la iglesia primitiva se reunía era para alabar a Dios. Dice: “Alabando a Dios y teniendo favor con todo el pueblo, y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.”


La Música en la Iglesia es para Adorar.


Uno de los propósitos primordiales de la iglesia al reunirse es adorar a Dios, alabar a Dios. Con nuestra alabanza mucha gente es convencida de nuestra verdad. Pero hermanos, se ha ausentado muchísimo el sentido de adoración, el espíritu de adoración en las iglesias. Jesucristo dijo: “La hora viene, y ahora es cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad.” Y dice, y agrega: “A tales adoradores busca Dios que le adoren.” ¿A quiénes? A los que le adoran en espíritu y en verdad. Una de las razones por las cuales nosotros estamos reunidos aquí es: para dar testimonio, para invocar, o para exaltar los atributos de Dios en nuestra música, en nuestros cantos.


Hay hermanos que me han dicho: “Ustedes cantan en esa iglesia los himnos que a ustedes les gustan nada más.” No, no creo que es así. Estamos buscando lo que a Dios le gusta, lo que a Dios le gusta. ¿Usted cree que a Dios le gusta aquella melodía que le pusieron… , muy conocida, usted la va a reconocer, que suena así, dice: “Si te arrepientes, si te arrepientes; Dios te puede perdonar. Tus culpas todas, tus culpas todas, Él te las perdonará.” Y lo cantan en la congregación. Usted sabe cuál es. “La Cucaracha” “La cucaracha, la cucaracha; ya no puede caminar…” Y los hermanos lo cantan porque tiene un sentido un tanto espiritual. Y a veces nosotros hacemos el error de poner concursos a los jóvenes, y decirles: “A ver, pónganle una canción, una melodía a este corito.” ¿Y qué le va a poner? Pues la canción que tenía allá en su pueblo, la canción que le gusta más; y e